¿Cómo entender todo esto?

2022-10-09 00:59:00 By : Ms. Yanqin Zeng

LA HISTORIA y la vida doméstica han empezado a darse la mano. Según los libros, la Historia fue durante muchos siglos por un lado y la gente corriente por el otro (por el peor, normalmente), los palacios y las cabañas, ya saben. Sobre todo, el pueblo ponía a sus hijos para las levas. La guerra, que ha vuelto medievalmente, ya no la cuentan juglares, sino los telediarios, pero dicen que los chicos enviados al frente de Ucrania siguen representando ese momento trágico en el que Historia solemne se cruza en un punto fatídico con la vida cotidiana, destrozándolo todo en nombre de una épica de difícil digestión, y llevando al dolor a unos jóvenes muchachos que sólo aspiraban al amor y a la alegría propia de su edad de la inocencia. En esos campos oscuros de la confrontación y la muerte, alguien quizá habrá recordado con amargura inmensa el viejo verso de Horacio, “dulce et decorum...”.

Cuesta trabajo hablar de lo cercano, decíamos estos días, porque es difícil imaginar algo peor que una guerra. Los mil problemas que nos acechan no tienen comparación con las cosas terribles que pasan en el mundo. Siempre han pasado, es cierto, y quizás Europa se acostumbró en demasía a este largo periodo de paz, después de la sangre infinita del siglo XX, y soñó con que nunca más habría un deseo de batalla, ni la ambición de mover fronteras, ni un gusto antiguo por el discurso del ardor guerrero, entre decorados futuristas y luces de colores. Hay un toque de irrealidad en lo que vemos, esa combinación de pantallas y discursos, ese bracear de las instituciones, esos repentinos gritos de orgullo y propaganda, mientras revientan gasoductos bajo el mar y vuelan los misiles y las palabras, también, como cuchillos.

Difícil imaginar un deterioro tan veloz de los acontecimientos. Aunque se dice que estamos ante una guerra larga, tengo la sensación de cada día nos levantamos con una dosis más grande de miedo y de incertidumbre. Una mirada a los titulares te hace esperar literalmente cualquier cosa. Como en la antigüedad de la Prehistoria, todo puede suceder. Se diría que, con esta invasión, hemos retrocedido de pronto muchos siglos. Mientras se avanza en la conquista del espacio, mientras se vuela hacia las primeras imágenes del universo para contemplar la belleza de las nebulosas, mientras nos llega aquella luz antigua, algunos hacen el camino propio hacia las tinieblas de la violencia.

Resulta extraordinariamente extraño que ante nuestros ojos están pasando estos dos viajes contrapuestos, uno hacia el progreso y la ciencia otro hacia la destrucción y la barbarie. Quizás ese viaje doble y contrario funcione como un espejo de lo que somos. Quizás explique esa teoría del doble que, según los críticos literarios, es inherente a la esencia humana. Lo maravilloso y lo monstruoso, lo generoso y lo mezquino. Puede que todo dependa de qué lado se vence la conciencia, cuánto pesa el amor.

No creo en los maniqueísmos, origen de no poca estupidez y tiranía a lo largo de la historia, pero llama la atención que en un titular se anuncie un descubrimiento contra la peor de las enfermedades y en otro se nos presente un misil ultrasónico o un submarino que puede cargar los torpedos más brutalmente asesinos que uno se pueda imaginar. Todo ello con una diferencia de unos pocos minutos. ¿Cómo entender todo esto? ¿Cómo soportar una realidad así, una dicotomía semejante del alma humana?