Adolescentes en el gimnasio o cómo sortear la vigorexia

2022-09-24 17:12:09 By : Mr. Allen Bao

La educación desde la infancia es fundamental para evitar patologías asociadas con el culto al cuerpo. Para ello, conviene trasmitirles el mensaje de que el deporte es salud y no tiene como objetivo una imagen perfecta. Las familias prefieren los deportes de equipo, pero también hay formas saludable

La vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno de salud mental que se caracteriza por la compulsión de ganar masa muscular y que afecta sobre todo a los varones entre 15 y 35 años. Esta enfermedad comparte similitudes con los trastornos de conducta alimentaria, como la obsesión por la imagen corporal, pero en este caso tiene que ver con el empeño “por tener un tamaño del cuerpo más grande, fuerte y musculado”, explica Santos Solano, doctor en Psicología Clínica y de la Salud, especialista en trastorno de la conducta alimentaria y obesidad en el centro ITEM de Madrid. Además, suele estar asociado a la práctica de ejercicio, sobre todo de fuerza, que acaba siendo adictivo. “Se estima que entre los varones que practican actividades para desarrollar la musculación afecta a un 10% de ellos”, añade el experto.

La vigorexia no es estrictamente un trastorno de conducta alimentaria (TCA), pero comparte muchas similitudes con enfermedades como la anorexia. “De hecho, originalmente, se llamaba anorexia inversa, porque aparece la obsesión por la figura, también hay una distorsión de la imagen corporal como en los TCA y suele afectar mucho a la interacción social, porque se prioriza ir al gimnasio o mantener una dieta estricta, y el hecho de salir con otras personas puede interferir en esa rutina rígida. Así que acaba por influir a nivel físico, psicológico y social”, sostiene Santos Solano.

Señales que alertan sobre el desarrollo de la vigorexia

Ciertas conductas pueden denotar que el adolescente está entrando en el terreno de un trastorno de salud mental asociado con su imagen corporal, el doctor Solano menciona algunas de ellas:

Prevenir la vigorexia en adolescentes

La educación desde la infancia es fundamental para evitar trastornos de salud mental asociados con el culto al cuerpo. Para ello, conviene trasmitirles el mensaje de que “el ejercicio físico es salud y no tiene como objetivo esculpir un cuerpo perfecto. En este sentido, ayudan las actividades deportivas, grupales o lúdicas, y tener la supervisión de un entrenador profesional que esté capacitado para saber cuándo una persona comienza a desarrollar una obsesión, que sepa ajustar el ejercicio a las necesidades y capacidades del adolescente“, incide Solano. A ello, el doctor suma el hecho de que es fundamental que los jóvenes aprendan a seleccionar y ser críticos con el contenido que consumen en las redes sociales, “que les bombardean sobre qué comer o cómo debe ser su cuerpo”.

Alimentación La vigorexia no es estrictamente un trastorno de conducta alimentaria (TCA), pero comparte muchas similitudes con enfermedades como la anorexia

Los hombres también experimentan la presión por lograr un determinado aspecto físico que se acerque a los cánones existentes en la sociedad. Se prioriza cada vez más el “parecer y no el ser para conquistar el éxito y la aprobación de los demás”, explica Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt. “Esto pasa a ser un problema cuando la persona pierde su libertad en cuanto a sus pensamientos y percepciones”, prosigue la experta, “que pasan a ser cada vez más obsesivos, limitados y rígidos. Se traducen en una conducta estereotipada, orientada solo a aumentar el tiempo y eficacia de los entrenamientos, un comportamiento similar a la adicción a las drogas”.

El perfil del adolescente vigoréxico solía caracterizarse por tener experiencias previas de “vergüenza o ridiculización sobre su aspecto físico y el logro de musculatura y fuerza era una forma de compensar y resarcirse de aquellas vivencias”, sostiene la psicóloga. Según informa, en la actualidad, ya no es necesario que alguien externo venga a humillar o burlarse, porque ya casi todos los adolescentes lo hacen por sí mismos al compararse constantemente con las imágenes que consumen y reciben diariamente: “Como casi siempre, la frontera que empieza a indicar peligro tiene que ver con la cantidad y frecuencia. Por ello, conviene animar al adolescente a hacerse preguntas como cuántas veces al día piensa en su forma física; cuánto tiempo diario y semanal dedica a ello o si aparecen sentimientos de culpa cuando no cumple con las exigencias de su entrenamiento físico”.

El adolescente vigoréxico sufre, porque lo que comienza por provocar un “intenso sentimiento de poder y control se redirige hacia una tiranía de la que ya no es fácil escapar”, incide Suárez. La persona se identifica tanto con ese tirano interior que apenas puede percibir el malestar y el daño que se va produciendo en su vida, donde se vive en una constante insatisfacción, imposible de acallar por más esfuerzo que se haga: “El mejor antídoto para entrar en esta dinámica es el amor incondicional de los adultos de su entorno, como sus padres. Se trata de brindárselo por ser tal como son, porque la lógica que subyace en este tipo de trastornos, es que cuando consiga el cuerpo perfecto le querrán o se querrá. Esas son las condiciones; esa es la trampa”.

Cuando los niños entran en la etapa de la adolescencia, es posible que pierdan el interés por las actividades físicas. Entre el colegio, los deberes, los amigos e, incluso, los trabajos a tiempo parcial, los adolescentes tienen que hacer malabarismos con tantos intereses y responsabilidades.

Pero la actividad física regular puede ayudar a su hijo en edad adolescente a sentirse más lleno de energía, a mejorar en concentración y atención y a tener un mejor aspecto físico. Y la actividad física regular puede ayudar a su hijo a mantener un peso saludable, así como a prevenir enfermedades cardíacas, la diabetes y otros problemas de salud en el futuro.

Las recomendaciones para los adolescentes son hacer un mínimo de una hora de actividad física de moderada a intensa al día.

·        La mayor parte de la actividad física debe ser aeróbica, lo que implica usar músculos grandes y debe practicarse durante un período de tiempo. Ejemplos de actividades aeróbicas son correr, nadar y bailar.

·        Cualquier actividad de moderada a intensa se debe acercar a la meta de los 60 minutos de duración.

·        Las actividades físicas que fortalecen los músculos y que fortalecen los huesos se deben practicar por lo menos 3 días a la semana.

Los adolescentes pueden practicar deportes y programas de ejercicio físico estructurado que incluyan actividades de fortalecimiento muscular y óseo. El levantamiento de pesas, bajo la supervisión de un adulto cualificado, puede mejorar la fuerza y ayudar a prevenir las lesiones deportivas.

Si se les da la oportunidad y ellos tienen interés, los adolescentes pueden mejorar su salud casi con cualquier actividad con la que disfruten, como el monopatín, el yoga, la natación, el baile o jugar a la pelota a la entrada de su casa. Los adolescentes pueden incluir la actividad física en sus rutinas cotidianas, como ir caminando a la escuela, hacer tareas domésticas o encontrar un trabajo activo a tiempo parcial.

Los expertos coinciden en que el ejercicio es fundamental en la adolescencia, pero matizan que es beneficioso «siempre y cuando se haga bien». Por ejemplo, se puede realizar un plan con un ejercicio aeróbico dos o tres días a la semana y dos días de ejercicios de fortalecimiento muscular.

Los doctores advierten de que «las cargas de trabajo deben ser adecuadas al peso y edad, por lo que es recomendable que al principio las rutinas sean guiadas por un entrenador.

Desarrolla el aparato locomotor, huesos, articulaciones y musculatura y favorece el sistema cardiovascular, que implica a los pulmones y el corazón; Ayuda a controlar el sistema neuromuscular para mejorar la coordinación y el control de los movimientos; Ayuda al control de la ansiedad y la depresión: Hacer deporte libera endorfinas, que te hacen sentir bien. Enseña hábitos y valores saludables. Ir al gimnasio les puede servir para establecer hábitos saludables para toda su vida.

Nunca es bueno hacer ejercicio sin control, sin embargo, pasar horas en el gimnasio sin cierta supervisión en esa fase de crecimiento puberal puede conducir a «lesiones por sobreesfuerzo« como entensitis: inflamación de la zona donde un tendón, ligamento, cápsula articular o fascia muscular se une al hueso o epifisiolisis: fractura que afecta al cartílago de crecimiento además de lesiones musculares de diversa índole como contracturas, rotura de fibras o dolor de espalda.

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