Sobremesa | Cirque du Soleil o la fábrica de los sueños - El Sol de Parral | Noticias Locales, Policiacas, sobre México, Chihuahua y el Mundo

2022-09-24 17:05:02 By : Ms. Sunny Wei

Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

  / miércoles 21 de septiembre de 2022

La infancia perdida, el tiempo que se evapora y el aire que respiramos es inagotable. El domingo presencié el espectáculo del Cirque du Soleil, bajo la temática de OVO.

Un huevo aparece en la escena. Un bosque mágico lleno de insectos que observan la intrusión de ese objeto a su hábitat. Mis ojos alucinaron ante la vistosidad de la cromática vorágine de colores que se desplegaban ante mí.

Una atmósfera de fantasía me envolvió y entonces todo era posible. La iluminación, la música y la puesta en escena dan sentido a una historia que se entreteje. Arañas, mariquitas, saltamontes y otros bichos, dejan de ser minúsculos para engrandecerse a través de los cuerpos de los artistas.

La capacidad corporal y el profesionalismo del elenco no se puede poner en tela de juicio. Arrancaron suspiros, carcajadas y una que otra lagrimilla que se deslizó sobre mi rostro, pensando en que la magia existe.

Una delicioso cocktail para los sentidos se extendió en todo el escenario. La originalidad es un ingrediente fundamental, pero la danza, el teatro y una auténtica sintonía de todo el equipo, permitió que los asistentes quedáramos en un estado emocional tan único: la sensibilidad que carcome la mente adulta, para que penetrara en nuestros corazones un gozo para celebrar el arte en todo su esplendor.

Nuestros cuerpos permanecían en las butacas, mientras nuestro espíritu danzaba alrededor de la magia. Un hechizo cautivó los sentidos, y la transmisión de los estados de ánimo inició. Una simpática mariquita nos guió a través de un bosque encantado. Todo estaba perfectamente bien cuidado, no había espacio para el error, solo para la grata sorpresa que las artes circenses nos brindaban.

Una concepción artística surgía ante nuestros ojos. El nacimiento de un hechizo inicia desde los ensayos y el esfuerzo y la disciplina de los acróbatas, payasos y bailarines. La sincronía de la música con la iluminación, deja destellos de la vibrante misión que tiene el equipo de sonido, tramoyistas y equipo técnico.

El maravilloso trabajo en equipo parecía un juego, un sentido lúdico de la labor profesional embriaga el sitio donde se presentaron. Era innegable que la organización es impecable.

Para diseñar OVO, y otros espectáculos se requiere una amalgama de música, danza y actos circenses que incluyen contorsionismo, danza aérea, malabarismo, gimnasia sobre trapecios, alambres, cuerdas y trampolines. La trama es bella, si asociamos que un huevo es el inicio de todo, el génesis, y la curiosidad de los habitantes de un mundillo mágico. Yo ante tal espectáculo me sentí empequeñecida por la apabullante belleza, la habilidad corporal de los artistas, que los hacía parecer dioses.

No había palabras, solo el lenguaje del cuerpo. La transmisión de emociones a través de la fuerza, el balance y el movimiento de los cuerpos. Técnicas coreográficas y mímicas depuradas, lograron no solo atraer, sino mantener nuestra atención durante más de una hora. Ese tiempo que se escabulló entre nuestras pupilas. Si bien es cierto las expectativas fueron superadas, pero la dosis no fue suficiente. Esa clase de humor refinado, sutil y elegante me hicieron sentir un gozo infantil y una paz impresionante.

No solo fue un momento de esparcimiento, o un espacio de entretenimiento en medio de la rutina. Fue entrar al mundo de fantasía, que fuimos abandonando con el pasar de los años.

Lo disfruté como la niña que solía ser.

La infancia perdida, el tiempo que se evapora y el aire que respiramos es inagotable. El domingo presencié el espectáculo del Cirque du Soleil, bajo la temática de OVO.

Un huevo aparece en la escena. Un bosque mágico lleno de insectos que observan la intrusión de ese objeto a su hábitat. Mis ojos alucinaron ante la vistosidad de la cromática vorágine de colores que se desplegaban ante mí.

Una atmósfera de fantasía me envolvió y entonces todo era posible. La iluminación, la música y la puesta en escena dan sentido a una historia que se entreteje. Arañas, mariquitas, saltamontes y otros bichos, dejan de ser minúsculos para engrandecerse a través de los cuerpos de los artistas.

La capacidad corporal y el profesionalismo del elenco no se puede poner en tela de juicio. Arrancaron suspiros, carcajadas y una que otra lagrimilla que se deslizó sobre mi rostro, pensando en que la magia existe.

Una delicioso cocktail para los sentidos se extendió en todo el escenario. La originalidad es un ingrediente fundamental, pero la danza, el teatro y una auténtica sintonía de todo el equipo, permitió que los asistentes quedáramos en un estado emocional tan único: la sensibilidad que carcome la mente adulta, para que penetrara en nuestros corazones un gozo para celebrar el arte en todo su esplendor.

Nuestros cuerpos permanecían en las butacas, mientras nuestro espíritu danzaba alrededor de la magia. Un hechizo cautivó los sentidos, y la transmisión de los estados de ánimo inició. Una simpática mariquita nos guió a través de un bosque encantado. Todo estaba perfectamente bien cuidado, no había espacio para el error, solo para la grata sorpresa que las artes circenses nos brindaban.

Una concepción artística surgía ante nuestros ojos. El nacimiento de un hechizo inicia desde los ensayos y el esfuerzo y la disciplina de los acróbatas, payasos y bailarines. La sincronía de la música con la iluminación, deja destellos de la vibrante misión que tiene el equipo de sonido, tramoyistas y equipo técnico.

El maravilloso trabajo en equipo parecía un juego, un sentido lúdico de la labor profesional embriaga el sitio donde se presentaron. Era innegable que la organización es impecable.

Para diseñar OVO, y otros espectáculos se requiere una amalgama de música, danza y actos circenses que incluyen contorsionismo, danza aérea, malabarismo, gimnasia sobre trapecios, alambres, cuerdas y trampolines. La trama es bella, si asociamos que un huevo es el inicio de todo, el génesis, y la curiosidad de los habitantes de un mundillo mágico. Yo ante tal espectáculo me sentí empequeñecida por la apabullante belleza, la habilidad corporal de los artistas, que los hacía parecer dioses.

No había palabras, solo el lenguaje del cuerpo. La transmisión de emociones a través de la fuerza, el balance y el movimiento de los cuerpos. Técnicas coreográficas y mímicas depuradas, lograron no solo atraer, sino mantener nuestra atención durante más de una hora. Ese tiempo que se escabulló entre nuestras pupilas. Si bien es cierto las expectativas fueron superadas, pero la dosis no fue suficiente. Esa clase de humor refinado, sutil y elegante me hicieron sentir un gozo infantil y una paz impresionante.

No solo fue un momento de esparcimiento, o un espacio de entretenimiento en medio de la rutina. Fue entrar al mundo de fantasía, que fuimos abandonando con el pasar de los años.

Lo disfruté como la niña que solía ser.

Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

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Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

Ana Verónica Torres Licon

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